Hay veranos que no se viven enteros. Se quedan en escenas sueltas.
El jugo de un mango en los dedos.
Una flor que desprende su aroma justo cuando cae la tarde.
El tacto del mar en la piel.
Esta colección nace de ahí. De momentos mínimos, de fragmentos que no necesitan contarse, sino sentirse, y cada vela guarda uno.
No intenta representar un lugar, sino la sensación de estar allí en un momento concreto, aunque nunca hayas estado.